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FARANGI
Una historia real en el corazón de Etiopía
Una historia real contada por su protagonista, Amelia Fornés, ambientada principalmente en un hospital rural de Etiopía.
El 100% del importe se utilizará para realizar un proyecto de cooperación en Etiopía coordinado por la autora, Amelia Fornés.
Me llamo Alejo Ecube y soy el dibujante de Farangi.
Aquí tendría que venir una muestra de páginas y sinopsis de nuestra novela gráfica, de hecho ya la tenemos escrita. Dice frases muy potentes como «¿Qué vale una vida donde reina la miseria?«. La verdad es que está muy bien. Te pongo todo eso más abajo.
Pero he pensado que era mejor contarte por qué Amelia y yo hemos estado años creando este proyecto. Aunque en realidad se podría resumir en una frase.
La razón es que merece la pena que te lo leas.
No sé si lees cómics de forma asidua o quizás no te has leído ninguno en la vida. Es lo de menos. El cómic es el medio que necesitábamos para contar esta historia.
De forma aficionada llevo dibujando cómic desde crío. Como dice Juanjo Sáez, ilustrador y comiquero, el cómic es mi idioma materno.
No es el idioma materno de Amelia. Pero, ella tenía tan claro que el cómic era la mejor forma de contar lo que vivía en sus proyectos de colaboración en África, que se apuntó a un curso de verano para aprender a dibujar.
Ahí es donde la conocí.
Estábamos haciendo un ejercicio en el que teníamos que crear tres personajes e imaginarnos una historia.
Amelia creo un dictador africano, una joven del mismo país activista, ambos negros, y un fotógrafo blanco europeo que ayudaba a la joven. Al contar la historia transmitía mucho conocimiento, mucha verdad y nada de autocomplacencia.
Yo soy hijo de africanos. No sé mucho de África. Es enorme. Pero algo de Guinea Ecuatorial sé ya que es el país de mis padres. Y por eso tengo suficiente información como para identificar quien habla de primera mano y quien no.
Puede ser que no tenga ese radar, pero desde luego esta vez acerté de pleno. Fui a Amelia, me presenté y le pregunté de dónde salía esa historia.
Me contó que era farmacéutica y que llevaba varios años trabajando en proyectos de cooperación en Etiopía, Uganda, Kenia, Tanzania, esa zona…
Esa zona.
Yo necesito un mapa para identificar los países de esa zona.
Me estuvo hablando de una África que no conozco, con muchas similitudes a Guinea Ecuatorial y con muchas diferencias.
Me habló de las historias que vivía cuando viaja sola, se mete ocho horas en un autobús y alguna más en jeep para llegar a un poblado rural.
De meterse con unas monjas debajo de la cama cuando se oyen tiros de una guerra prácticamente olvidada.
De la impotencia que siente con la gente que se aprovecha del sistema desde dentro y desde fuera.
De la necesidad de ver la cooperación como un trabajo, más que como una actividad altruista.
De las incoherencias y dudas que ella misma siente en situaciones límites.
De las renuncias que hace ella en su día a día por haber elegido este estilo de vida.
De cambiar el concepto solidaridad por cooperación.
Yo qué sé. Mejor te lees el cómic.
Permíteme un momento confesiones.
Desde fuera hay una mirada a África que me molesta desde chaval. Una mirada que atribuye a la pobreza algo noble, que de buen corazón trata a los negros como gente dependiente o poco capaz de construir su propio camino, que culpabiliza a países no africanos de todos los problemas de África.
Nada de esa mirada estaba en Amelia y lo sé porque ya el primer día le hice preguntas directas sobre esos temas.
Hasta en la entrevista que le hicieron en El Mundo lo dice, «Hay que cambiar la mirada hacia África y tratarla de igual a igual». Lo que pasa es que ese día no sabía que Amelia salía también en prensa.
No sé, el encaje era perfecto, ¿sabes? Yo quería dibujar y ella tenía algo potente que contar que además me toca en lo personal.
¿Por qué no pasar unos cuantos años de nuestra vida creando ochenta y pico páginas de cómic?
Yo lo más largo que había dibujado en mi vida eran cinco páginas, pero por esa historia merecía la pena ese esfuerzo titánico.
Es mi «Maus». Si entiendes esta frase, sabes lo importante que es para mí.
No sabía si íbamos a conseguir un cómic bueno. Mi obsesión era que fuera real. Que para cada diálogo, paisaje, personaje, situación Amelia pudiera decir que representa lo que ocurrió.
Y sí.
Hemos hecho un cómic real.
Y bueno.
Muy bueno.
Se titula Farangi.
Lo prometido es deuda. Aquí tienes una muestra de páginas y la sinopsis
¿Qué vale una vida dónde reina la miseria? ¿Qué haces sin recursos ante una epidemia?
¿Cómo te enfrentas a un sistema corrupto? ¿Qué estás dispuesto a hacer por defender lo que crees justo?
Desde la mirada de Amelia, cooperante que trabaja en un hospital de Etiopía, iremos descubriendo las diferentes situaciones a las que tanto ella como sus compañeros locales y extranjeros “farangis”, se enfrentan en su día a día, y como la impotencia frente a ciertas realidades les hace reaccionar de maneras sorprendentes y contradictorias.
El proyecto.
6900€ conseguidos de 6300€. (06/03/2023)
Farangi NO es un cómic solidario.
No lo hemos hecho para recaudar fondos ni la historia tiene ninguna intención en línea de incentivar la solidaridad.
Hemos hecho Farangi porque esta historia tenía que ser contada.
Hemos hecho Farangi para contar una realidad de primera mano.
El tema es que una vez que nos decidimos a autopublicarla no veíamos que nos aportara quedarnos con los beneficios.
Y tuvimos la idea.
Ya que esta historia ha nacido en Etiopía, ¿por qué no hacer que vuelva a donde nació?
Así que decidimos invertir todo el importe a un proyecto de cooperación en Etiopía. Amelia buscó entre los proyectos de su cartera uno que fuera ahí, que tuviera impacto y que se pudiera financiar con el dinero obtenido con las ventas del cómic.
Hemos hecho una edición de 400 ejemplares a 20 euros, con lo que podemos conseguir 8000 euros, incluyendo los 3000 euros que nos ha costado su publicación, que también los aportaremos al proyecto.
¿Y cuál es el proyecto?
Es un proyecto de agricultura en Goro. Se va a trabajar con la etnia Gumuz, un grupo marginado dentro del país. Son de origen nilótico y no suelen mezclarse con otros grupos. Todavía viven de un modo tradicional en sus chozas y cultivan lo mínimo para sobrevivir.
Existe un asentamiento en la zona donde están unos misioneros indios y el objetivo es ayudar a estas familias a cultivar otro tipo de productos. Se van a repartir semillas y fertilizantes, y se va a trabajar de forma comunitaria para arar la tierra con bueyes compartidos.
El socio local son los Benthany Brothers, unos misioneros indios que son muy buenos con la tierra.
El coste del proyecto es de unos 6300 euros y el total de familias beneficiadas es de 178.
Si conseguimos más dinero, más familias beneficiadas.
Comprar Farangi te cuesta 20 euros y esos 20 euros irán a Etiopia, el país donde Farangi nació.
Esto es todo.
Si tienes alguna incidencia con la compra, me escribes a alejo@ecube.es y te ayudo.
Muchísimas gracias.
Nos hace mucha ilusión compartir esta historia contigo.
De parte de Alejo y de Amelia.